Pareciera que esos casos donde lxs anarquistas nos vemos obligados a tomar una posición alejada de nuestros principios son marginales, aislados y casi inexistentes, pero lamentablemente, eso no es real. En un mundo donde la opresión viene de diferentes lugares, espacios y latitudes, es casi imposible no tomar decisiones que nos hacen meditar en las noches si no contradecimos lo que predicamos.
Fácil me sería hacer un recorrido histórico donde siempre lxs anarquistas tuvimos que estar del lado de liberales, de socialistas, de comunistas, de socialdemócratas, de republicanos, porque en el compás de la historia, tuvimos que tomar una posición frente a violencias institucionalizadas, frente a dictaduras, frente a populismos peligrosos. Sin embargo, quisiera mejor hacer una reflexión.
Lxs anarquistas tenemos que enfrentarnos a un sistema que traspasa de la violencia y poder que nuestras teorías siquiera se atreven a imaginar. Un leninista no sufre de eso, porque ellos juegan en el mismo juego, también quieren poder. Nosotrxs no. ¿A dónde vamos entonces? ¿Contra qué peleamos? ¿Dónde están esos molinos de viento a los que nos enfrentamos?
La verdad es que nadie puede darse el lujo de decir que es el o la anarquista más coherente del mundo. La anarquía es un camino que da muchas vueltas, nos hace avanzar, nos hace regresar, nos hace tomar decisiones difíciles, a veces decisiones que nos avergüenza admitir. Pero la anarquía tal como su bandera, no se trata de un purismo libertario ni de ser un dogmático, se trata de un constante proceso de reflexión y autocrítica. La persona más anarquista, para mí al menos, es la que se despierta y se duerme preguntándose si realmente es una persona anarquista.
En ese sentido, tal vez sea tiempo de detenernos a pensar, ¿qué más incoherente? ¿Tomar una decisión difícil en un mundo difícil o no cuidar de lxs nuestrxs atacándoles porque no obedecieron a nuestros dogmas? Parece que hay algo que también debemos tomar en cuenta. Nosotrxs no actuamos en base a los procesos del sistema, el sistema es nuestro enemigo en sí mismo. Nosotrxs por ejemplo, no decimos que desconocemos a los líderes políticos porque ninguno nos representa, esa sigue siendo una actitud pro-Estado, pro-sistema, pro-líderes políticos, nosotrxs lo que hacemos es verlos como lo que son, como enemigos, y actuamos conforme a eso, contra qué enemigo queremos pelear, qué hacemos después, cómo van a ser nuestros procesos con la sociedad y la colectividad, esas son las cosas que necesitamos pensar.
Creo que el cuidado, el apoyo mutuo, la acción directa, en protegernos de los tentáculos del sistema, esas son las decisiones y actitudes que nos indican que vamos por el camino correcto. Por el contrario, repetir frases de graffitti de memoria, andar por allí aclarando a todo el mundo que no compartimos la decisión de tal compa, es decir, tomar la anarquía como una religión que merece juicios, expulsiones, censuras, desconocimientos, es lo que socava y destruye la aplicación de la solidaridad, la cooperación y el apoyo. Ahí esta la diferencia, esa es la delgada línea que separa la coherencia (actitud que buscamos) con el dogma (actitud de rechazamos).
¡Salud, mutualismo y libertad!
Escupido y firmado,
Daniel X.